21 marzo 2010

Carta al Sr. Presidente

Exmo. Señor:

Gran tarea que le ha tocado: recibir el país en estas circunstancias, incluso con réplicas desde el mismísimo momento de asumir, por lo que, antes de proseguir, permítame expresarle mi más sincero ¡ánimo!
Debo comentarle, que no puedo obviar que usted ha sido el único presidente que puedo recordar (tengo casi 30) que ha mencionado a Dios, invocado su auxilio y se ha arrodillado antes de ser investido como presidente. Si tantos han querido fijarse en su faceta de hombre de negocios, yo celebro que sea usted (al menos eso creo) un hombre con espiritualidad, porque creo que le recordará, a fin de cuentas, que hay alguien mayor que usted a quien deberá rendir cuentas por su servicio al país. Cierto es, que para muchos, el hecho de ser creyente no es garantía de nada en absoluto; pero ha sembrado en mí, por las razones anteriormente expresadas, la esperanza... la esperanza de que todos sus discursos no sean palabras vacías; que la archi mencionada "reconstrucción" tenga cabida en nuestro itinerario nacional, y que este bicentenario, algún día, sea estudiado por los jóvenes chilenos cómo una época de revolución... para mejor, entiéndase bien, por favor.
Pero esas son mis esperanzas y yo le escribo a usted porque me parece urgente recordarle algo: usted se ha definido como un "servidor" público en varias ocasiones, mencionando que dicha vocación contó con el beneplácito de su padre y la objeción de su madre. Entre parentésis, que sabiduría la de su madre, fomentado la vida familiar, puesto que ¿cómo va a servir uno a la patria si no hay familias que compongan la nación?¿a qué va servir, a un emblema?. Volvamos al servicio público, porque ahora que está entrando en un circo de acusaciones de falta de profesionalismo, en la nostalgia por nuestra "matria", ahora que subirá el transporte y los políticos obcecados sienten que es la hora de su show, ahora usted debe recordar el objetivo que se había propuesto: servir. Y recuerde que es un camino duro y silencioso. No busque aprobaciones de su entorno o subir en las encuestas de popularidad. El servicio es amar, por tanto, le tocará sufrir. Para poder servir busque y levante equipos. Para perpetuar su servicio prepare a los líderes de mañana. Para poder servir mejor al prójimo, pase tiempo a solas con Dios; no ceda a la tentación de hacerlo solo porque le aviso desde ya que no podrá. Para servir dedique tiempo a estar con la gente. En sus equipos no se conforme con los mejores y con los excelentes, incluya a los soñadores, a los experimentados, a los visionarios, a los pobres y no olvide a la hija mayor de la patria: la clase media (y me refiero a esa que gana de 1 millón para abajo). Prefiera la diversidad con excelencia, y el Chile que somos todos será mejor.
Por último, me llamó mucho la atención que en una entrevista usted señalara que los evangelistas eran sus autores favoritos. No sabe cuanto me alegro aquello, porque ahí tiene al mejor modelo de todo lo que le he mencionado anteriormente. Claro está, que Jesús no era un líder político, ni tiene un fin que uno anhelaría para sí mismo (aprovechando que viene semana santa), pero trajo reconciliación entre nosotros, el mundo y Dios y plantó en varios aquello que algunos llaman el "deseo de ser mejor".

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